viernes, 3 de julio de 2009

Son las diez de la mañana

Me acabo de levantar.

Desde que he cambiado mis hábitos, mi producción literaria ha ganado en calidad.
También es cierto que ha bajado de intensidad hasta prácticamente desaparecer. Lo cual me hace escupir mucha menos basura. El único inconveniente de este estilo de creación es que debería vivir doscientos años para lograr hacer algo, escribiendo una frase buena cada trimestre. Lo veo factible. También llamaron loco a Galileo, o al que fuera, por lo de la tierra redonda, o por lo que fuera. Buscadlo en el google.

Bostezo; pero en plan elegante.
Aprovecho la aceleración de lo resbaladizo de mis sábanas de raso al contacto con un culo desnudo, y me preparo un café. Sólo. En taza grande. Lo aparco momentáneamente junto a mi Olivetti, mientras acierto a meter un brazo por la manga de mi batín, e inmediatamente el otro; o no tan inmediatamente, porque hay veces que me desnudo tan rápidamente que las mangas se quedan del revés, con lo que las paso putas por las mañanas para encontrar el agujero correcto (jijiji, uy lo que he dicho, jijiji).

Me siento ante mi máquina, huelo el café, lo disfruto y lo alejo de mi vista esperando tener que levantarme para algo para tirarlo por la pila.
Laureado y encumbrado hasta el paroxismo tras el éxito brutal de la "Trilogía del Embotamiento", vuelvo a la carga con la obra que ocupará mis días hasta el momento de mi muerte (dentro de doscientos años hemos quedado, ¿no?); "Despedida. Microrrelato de un adiós".

Tengo un borrador. No me queda más remedio que mostrarlo. Allá voy. No quiero consejos, no quiero críticas, no quiero nada más que vivir los doscientos años que merezco:


"Despedida. Microrrelato de un adiós"

-Bueno, pues yo me voy yendo.
-Vale, venga que te follen.
-¿Cómo has dicho?
-Perdón. Quería decir "adiós".


¿Veis la fuerza? ¿Apreciáis la agonía de la despedida?
¿Lo veis o necesitáis vivir otros doscientos años para verlo terminado?
¿Alguno de vosotros sería capaz de perder años de vida para que fueran vividos por mí?
Sé que así es. Gracias.
¿Alguno de vosotros sería capaz de perder años de vida con tal de que los perdiera yo también?
Sé que así es. Hijosdeputa.

7 comentarios:

El Padrino. dijo...

En realidad, la culpa no la tienes tú ni tus hábitos, sino el café. Y mira que te llevo asesorando sobre el café desde hace meses.
No hay manera contigo
Creo que el primer hábito que deberías perder es del hacerte café con una cafetera estropeada o con un café malo en una cafetera estropeada.
No sé si me sigues.
Todo lo demás es perfecto: Pretender vivir doscientos años un poco aburrido y tal, pero bueno, no es mala idea.
Escribir despacito, pensando bien lo que se escribe, cojonudo.
Lo de las sábanas de raso sobre tu cuerpo desnudo, el batín, la Olivetti... Ambientación de lujo...
Lo del culo desnudo que te acompaña, de diez. Y además nos pones los dientes (o lo que sea largo.. (o como sea)).
El café, tío, el café, es evidente.

PD: Siento decepcionarte, a la primera pregunta, la respuesta es negativa.
Y a la segunda negativísima.
Llámame lo que quieres, es lo que hay. Además, descuelgo el teléfono, por si acaso.

Anónimo dijo...

Y pensar que las lobotomías han caído en desuso......

Anónimo dijo...

A mí me dicen que voy a vivir al menos doscientos años y directamente no nazco.
Si no quiero la eternidad celestial aún menos la deseo en vida.

Joder, qué optimista estoy. Hoy va a resultar encantador relacionarse conmigo.

Y tú no te vas yendo a ningún sitio ¿Entendido?

Unknown dijo...

Un día le dije a alguien -sabes que por ti perdería un güevo, a lo que me contestó -pues no perdamos más tiempo.

Desde entonces soy más prudente.

S. dijo...

me imaginado las sabanas esas rsbalando por tu piel culeal...tengo una mente calenturienta que quieres que te diga.

Sergio dijo...

El relato promete. Está lleno de fuerza. Pero no te recomiendo lo de los doscientos años. Esto es como cuando llegamos al restaurante y se nos llenan los ojos de comida y pedimos más platos de los que luego podemos comer. La vida que tenemos ya es muy larga por sí misma(si no te vas metiendo con todo el mundo y provocando que alguien te la acorte de una hostia). No soportarías el aburrimiento de cientos de miles de mañanas de café y microrelatos. Vamos, creo yo.

ballener0 dijo...

Como ya te comentan, lo de un café durante cientos de mañanas puede ser un poco jodido. Yo que me tomo dos o tres ya te lo advierto, cago como si no hubiera un mañana. "Ha habido tormenta en Chicago", digo siempre al salir.

Cada cual se vacía a su modo: tú en un microrrelato potente (joputa, me ha pillado de improviso y casi me he descojonao en la cara de mi jefe) y yo en el trono, donde el hombre es la medida del hombre.

Creo que esa no era la cita que quería utilizar. Bah.