sábado, 9 de julio de 2011

Una vez tuve mucha suerte

Me estaba fumando un cigarro en la entrada del instituto.
Éramos varios teenagers colocados en círculo.

Di la última calada y vi cómo la palabra "Winston" impresa en el papel del cigarro, desapareció en el incendio, igual que cuando quemas esos papeles en fin de año. Siempre pones: dejar de fumar. Pero has quemado tantas veces la marca de tu tabaco, que gana él, y sigues fumando como un cabrón.
Solución: no apurar tanto los cigarros. Tardé un tiempo en comprender que era mejor no fumarse el filtro.

Tiré el cigarro contra el suelo, con la esperanza de que rebotase en las baldosas y fuese a parar a los pantalones de alguno de mis colegas.
Pero el cigarro aterrizó en el suelo de pie, con el capullo hacia arriba.
Y ahí se quedó la colilla. Erguida y humeante, rodeada de adolescentes perplejos.

Nunca me ha vuelto a salir.

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