martes, 14 de febrero de 2012

Dentro de poco, novedades.

Venga hombre, un poco de movimiento.

Bar con muchos carteles anunciando sus productos. Normalmente eso me gusta, pero hoy me ha dado mala impresión.

-¿Qué le apetece de pincho?
Mi ojo ya había pasado sobre la vitrina de tapas calientes con suficiente detalle como para ver que las bandejas con oreja, morro, callos u otros desperdicios porcinos no pasaban el corte para entrar en mi alto en el camino mañanero.
-Tortilla.
Pero debería haber dicho "tortilla aunque sea", como dicen muchos sabios, normalmente viejos pellejos, que pueblan nuestros bares. El "aunque sea" podría denotar inapetencia, pero normalmente suele ser desprecio por las viandas del local. En este caso, así era.
Y con razón.
Vaya tortilla señores.
Vaya tortilla.

La patata la debieron cortar con un hacha. Rollo Corta de Troncos de Valsaín. Aunque por la textura de las pretendidas patatas, bien podrían haber sido las astillas que saltan como consecuencia de los impactos del hacha del aguerrido mozo. Solo faltaba el olor a testosterona en el ambiente para que un pincho de tortilla me llevase a la competición de Corta de Troncos, en la plaza de todos de Valsaín en plenas fiestas.

Si eso no era suficiente, la tortilla era vieja conocida del local. Tenía ese sabor casi metálico, y esa textura de puding recién sacado del frigorífico que te hacen plantearte el seguir o no seguir con la labor que tienes encomendada en la vida, que no es otra que la de tomarte cañas y comerte pinchos; pero como eres un elegido, un mesías del alterne, un gordo y un borracho; pues sigues con la tortilla y solo dejas un borde, para que no parezca que tu glotonería atendía a la calidad de la tortilla.

Qué duro es tener una vocación por algo.

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